Para Paola Cano.
24 de Julio
Te reías como un árbol inocente
Y para ti no existían las estaciones
Ni el dolor del goce
Que se arrima al cuerpo
En su constante alejamiento
Te reías y en ti la vida florecía
Y no había miedo a los otoños
Ni al invierno parco ni a la madre
Que todo mira desde el cielo
Como un dogma inabarcable
Te reías aún sin hojas
Y aún en la espesura de los días
Caminabas desnuda y sin aliento
Pero brillante y dionisíaca
Tú dabas el sentido de la vida
La campanada del mundo
Rotando para contemplarse
Eras la ungida de los días
El plomo hecho de bronce
Que resbala en la tristeza y la alegría
Quizás la sombra del enamorado
La otra cara de la luna
La ocultación siniestra
El helecho rosado de tus dientes
Encendía las palabras en mi boca
Como un fuego prometeico
Y yo te alababa en la locura
Y me perdía de nuevo
En no sé que mundos
Ni en qué vidas
Ni tampoco sé
En qué elemento navego
Ni donde flotan mis maderas
Bajo la forma ebria de un amor
Que anuncia ruinas y delirios
Luces plenas de vida
Prometeo en sombra
Quiebra alas en su campanario.
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